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TRES EMPRENDEDORAS DAN NUEVO VALOR AL HUMILDE SOMBRERO PIRI

Un sombrero diferente para protegerse del sol

Amigas de hace años descubrieron la forma de reposicionar un producto artesanal y lo presentarán en sociedad este viernes.

Una tarde de amigas puede desencadenar ideas explosivas con final abierto. Es la experiencia que les tocó vivir hace tres meses a Milce Giménez, Norma Martínez y Sarita García. El desenlace fue la creación de un negocio que puede dar que hablar en este verano y en los próximos: sombreros artesanales La Chagall.

Todo empezó cuando una de ellas tiró a la rueda de conversación el tema de la desvalorización de la artesanía popular campesina. Tras un intercambio de ejemplos, la charla se centró en el sombrero. Inevitablemente vinculado a la acepción morbosa de la cultura paraguaya, la pareja extramatrimonial, el canje de puntos de vista se vistió de chanzas y sonrisas pícaras.

En medio de tantas bromas e historias inventadas, emergió finalmente la idea de emprender una actividad que otorgue valor agregado al despreciado “sombreo pirí”. Salidos de las sacrificadas manos de humildes artesanas, las tres amigas coincidieron en que pueden constituir una excelente protección personal contra los inmisericordes rayos solares de temporada.

Con un toque de color y otros aditamentos ornamentales, pueden ganar aceptación en la alta sociedad se dijeron y pusieron pie en el acelerador con destino a Limpio, ciudad reconocida por su artesanía de sombrero pirí.

Para redondear el proyecto tuvieron en cuenta varios aspectos como la moda, la sensibilidad y la salud. Decidieron encontrar la manera de imponer lo nuestro y así dejar de utilizar sombreros de otros países (Panamá, China), teniendo en cuenta que el país cuenta con un material ecológico de muy buena calidad como lo es el karanda’y, materia prima del sombreo pirí.

Otro detalle que marca la diferencia es la trama y la moldería realizadas por los artesanos.

Las tres amigas –ahora convertidas en socias comerciales- completaron el proceso de reconversión de los sombreros limpeños y están listas para presentarlos en sociedad. Lo harán el próximo viernes 13 de noviembre, en la Galería Multiarte (Antequera casi República de Colombia), a partir de las 19:30 horas.

Antes accedieron a adelantar a La Nación la historia de este producto orientado a brindar a todas las mujeres la posibilidad de “lucir sus sombreros sin pudores”, como dice la invitación del acto del próximo viernes.

Norma Martínez enfatizó que la idea fue también ensamblar dos cosas, “por un lado el darle trabajo a nuestros artesanos y por otro generar una salida laboral para las tres amigas”. Asimismo, la intención es tener un producto de calidad, con miras a la exportación.

Al fin un sombrero

“La Chagall... al fin un sombrero”, es la marca que designaron al producto, y para otorgarle ese toque especial, utilizan pinturas al agua, flores de tela, cintas de raso y telas, aportando así a cada sombrero un diseño único, tanto para el día y la noche pensado no sólo para las mujeres sino también en los hombres.

El costo de producción sería aproximadamente unos 70 mil guaraníes, dependiendo del diseño y los materiales que se utilizan. El proceso de elaboración es largo ya que primero deben lavar por completo el material crudo, dejar secar, pintar, aplicar los apliques y luego aplicar un sellador para brindarle resistencia al sombrero. El precio de venta sería de 70 a 150 mil guaraníes aproximadamente.

EL NOMBRE

El nombre de la marca - “La Chagall... al fin un sombrero”- surge del pensamiento de una de las canciones más transcendentes del cantautor cubano, Silvio Rodríguez: “Óleo de Mujer con sombrero”.

En dicha obra se hace referencia a una mujer con sombrero como un cuadro del viejo Marc Chagall, un pintor bielorruso, que realizó retratos de mujeres con sombrero.

El agregado de “al fin…un sombrero” alude, en doble sentido, a la denominación popular de la pareja extramatrimonial. Con esta apelación a la cultura popular, las emprendedoras buscan despertar el interés de las consumidoras paraguayas en adquirir un producto nacional considerando el lado jocoso del término.

“Al decir sombrero, normalmente se piensa que sólo el hombre puede serlo, pero por qué las mujeres no podemos también tener un sombrero”, comentaron con pícara sonrisa.

Inicialmente quisieron inscribir la marca con esa denominación, pero tropezaron con la negativa del Ministerio de Industria y Comercio (MIC) que invocó el argumento de que se trataba de “un nombre muy genérico”. Leido en LA NACIÓN
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